Con su estilo desaliñado y su traje pasado de talla, Salvador Sobral era visto por muchos como un error que no encajaba en la parafernalia televisiva de Eurovisión. De alguna forma, en la fiesta de lo extravagante, la purpurina y el pop vacuo, el bicho raro era él. Cierto: se había colado y muy pocos esperaban que triunfase. Su deliciosa Amar pelos dois es una excelente forma de afrontar el domingo.