La jornada laboral española no puede superar las 40 horas semanales, según establece el artículo 34 del Estatuto de los Trabajadores, aunque sí puede ser inferior. Pero lo cierto es que los españoles pasan mucho tiempo en su trabajo en comparación con otros países europeos. La tendencia de los países de nuestro entorno que nos superan en productividad es muy distinta, ya que poco a poco han ido implementando jornadas laborales cada vez más cortas que permiten una mayor conciliación.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) asegura que a lo largo de 2015 los españoles trabajaron una media de 1.701 horas al año. Muy por encima de los empleados de Alemania, el país donde se pasan menos horas en la oficina, con un total de 1.368 horas, y Francia que acerca a las 1.500 horas. Por detrás de España se sitúan otros países europeos como Grecia (2.033 horas) o Polonia (1.963). La Encuesta de población activa (EPA), que realiza el Instituo Nacional de Estadística (INE), también recoge datos sobre la jornada laboral. Los trabajadores han reducido su tiempo de trabajo en dos horas de media en comparación con las horas que realizaban antes de la crisis. La media de horas trabajadas ha pasado de las 39,2 en la encuesta de la EPA del primer trimestre de 2008 a 37,6 en el último sondeo, correspondiente al segundo trimestre de 2017.
Francia constituye un ejemplo cercano de una jornada laboral más corta. En 1998, implementó la jornada de 35 horas semanales obligatoria para empresas públicas y privadas. Sin embargo, muchos consideran que no funcionó. “Es una ficción. Lo que se hizo fue computar las horas de trabajo anualmente, por lo que la mayoría de la gente sigue haciendo 39 horas pero tiene más vacaciones”, Algunos lo ven como una reforma para dar más tiempo libre; otros, como una forma de combatir el desempleo; y los críticos consideran que es un ataque a las pequeñas empresas, que son quienes más sufren el coste”. A pesar de estos intentos de Sarkozy, los franceses trabajan 200 horas menos que los españoles, según la OCDE.
Dinamarca es uno de los países donde menos horas se trabaja. La jornada laboral no debe superar las 48 horas. A excepción de este límite, no existe una norma sobre las horas que tiene que durar la jornada. Sin embargo, la mayoría de los convenios colectivos establecen 37 horas a la semana.
La dificultad de conciliar la vida personal con la laboral cuando se tienen horarios como los españoles es evidente. La consecuencia es el descenso de la productividad, ya que el trabajador no está motivado y es consciente de que tiene muchas horas para realizar una sola tarea. Esto provoca presentismo, aquella conducta por la que el trabajador permanece en su puesto pero realiza actividades que no son productivas. Una jornada más corta reduciría esta costumbre y mejoraría el carácter de los trabajadores.
TRABAJAR MENOS DE 30 HORAS A LA SEMANA, ¿UTOPÍA O REALIDAD?
Una jornada laboral de 15 horas. Por radical que parezca, el historiador Rutger Bregman (Westerschouwen, País Bajos, 1988) incluyó esta propuesta en su libro Utopía para realistas, editado en España por Salamadra, en el que se defienden propuestas como la renta básica universal y la disminución del tiempo de trabajo a menos de la mitad de las horas que hacemos ahora. “Trabajar menos proporciona espacio mental para otras cosas que también son importantes como la familia, la implicación en la comunidad y la recreación”, señala Bregman en esta obra.“Se entiende el trabajo como algo con lo que gano un dinero, pago impuestos y tengo una relación de jerarquía con otras personas. Yo defiendo que cambiemos la idea del trabajo a aquello que es de interés, útil e innovador. Hay empleos muy cualificados que no son útiles. Y peores que son imprescindibles”,
Pero Bregman no está solo en este movimiento a favor de la reducción de la jornada laboral. El think-tank británico New Economics Foundation lanzó hace unos años una campaña para realizar una transición gradual hacia la media jornada. En su informe 21 horas, una semana laboral más corta para prosperar en el s. XXI, editado por Icaria, la fundación destaca las ventajas de acortar la jornada laboral para vivir de forma más sostenible y plena. Además, defienden que reduciría el desempleo y permitiría una mayor conciliación.
Florent Marcellesi, eurodiputado de Equo cree que una jornada laboral más corta es una medida de justicia social. “Esta medida distribuiría el trabajo remunerado de forma más homogénea entre las personas que no tienen empleo y las que acumulan demasiadas horas de trabajo diario”, explica. Asimismo, considera que se disminuiría la desigualdad de género en el mercado laboral. “Es la mejor forma de crear empleo sin crecimiento, es decir generar empleo sin nuevos impactos sobre el clima y el medioambiente. En lugar de perseguir siempre trabajar más para consumir más, y por tanto presionar aún más nuestros limitados recursos naturales, permitiría liberar tiempo para llevar vidas más sostenibles”,
Fuente: Cincodías