En el entorno laboral encontramos conflictos de diversa índole que pueden surgir manera inevitable y constante entre los trabajadores y el empresario. En este ámbito, las relaciones profesionales y laborales se entremezclan con las personales de tal manera que se crean vínculos estrechos donde las emociones juegan un papel importante en la interacción de unos con otros.
Cuando surge un conflicto en el entorno organizativo, es frecuente que los directivos o profesionales sobre los que recae la responsabilidad de resolver estas desavenencias, movidos por esa forma de entender los conflictos como algo negativo y donde el manejo de las emociones es algo que nunca nos enseñaron a gestionar, reaccionen con conductas eludiendo el asunto. Pero la realidad es que, en ocasiones, no se quiere ver el problema por no saber cómo enfrentarse a él.
Según Juan Roure, maestro de negociadores, en la cultura española, la negociación «no está bien vista ni es bien aceptada». Esto contrasta con otras sociedades donde la capacidad negociadora es muy valorada y se promueve desde la infancia. «La gente piensa que la capacidad negociadora es una habilidad intuitiva. Cierto, se nace para negociar, pero también se aprende y como todas las habilidades se aprende mejor desde pequeño y se mejora con la práctica»
Por ello se debería fijar como objetivos de futuro , el reflexionar sobre la importancia de orientar la manera de relacionarnos en la empresa hacia una mayor colaboración y trabajar las claves, herramientas y habilidades para una negociación más colaborativa y efectiva en su seno. La negociación es una necesidad del ser humano porque al no tener control total de los acontecimientos, ni siempre está en su mano el poder conseguir lo que se desea o se necesita, busca un medio para lograr lo que quiere de otros, se produce porque hay conflictos que se desean resolver. Por ello Maddux expresa que la negociación es el proceso que se utiliza para satisfacer las necesidades cuando alguien más controla lo que se desea.