Los estudios muestran que, debido a los teléfonos inteligentes, las jornadas laborales se ven incrementadas, pudiendo llegar hasta las 13 horas diarias, que harían un total de 72 semanales.
Las consecuencias son lógicas: cansancio, irritabilidad, sensación perpetua de trabajo inacabado y difuminación de las fronteras entre la vida personal y la profesional. Para que estos efectos se manifiesten ni siquiera es necesario que la jornada se alargue mucho; según un estudio de 2014 que analizó el efecto de las horas extra en los trabajadores de la Unión Europea, con una pequeña cantidad basta para aumentar el riesgo de problemas de salud relacionados con el trabajo.
Por ello en la ciudad de Nueva York el ayuntamiento ha elaborado una propuesta para impedir que los empleados de las empresas privadas se vean obligados a comprobar el correo y otros dispositivos electrónicos fuera de su horario laboral. Las empresas que violaran la ley, se verían impelidas a pagar una multa.
La propuesta toma como modelo la implantada en Francia en 2017 para regular el uso de las tecnologías de la comunicación y garantizar el respeto, por parte de las grandes empresas, al descanso y las vacaciones de sus empleados.
En el ordenamiento jurídico español no existe -al margen del Convenio Colectivo del Grupo Axa – la existencia de este derecho, lo cual debe ser imperativo en el futuro debido a que la falta de desconexión digital es una de las principales causas del Burnout o «Síndrome del trabajador quemado», un tipo de estrés laboral derivado del agotamiento físico y mental por la falta de descanso y desconexión del trabajo, como ya se ha visto.