Tal día como ho, el 4 de julio de 1862, Lewis Carroll le contó a Alice Liddell un cuento que más tarde se convertirá en Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas.
En la década de los sesenta la cultura de la psicodelia relacionó a Alicia con los viajes de LSD, algo que obviamente estaba muy lejos de las intenciones de Carroll, pero que resulta singularmente apropiado: de nuevo estamos en el mundo líquido de los sueños, uno que resulta poco fiable si se percibe con los sentidos tradicionales. Por no mencionar todo el tema de la ingestión de sustancias que hay en el primer tramo de la novela: come esto, bebe lo otro, cambia de tamaño… no es de extrañar que «La madriguera del conejo» se convirtiera en un sinónimo para los viajes psicodélicos y que Jefferson Airplane convirtiera las tropelías de Alicia en un himno de la era con White rabbit («Una píldora te hace crecer, y otra te hace pequeña / Y las que te da tu madre no te hacen nada / Pregúntale a Alicia cuando mida diez pies de altura»). Fuente, suplemento Lo Mejor de Verne, El País.