El primer país en aprobar una ley que regulaba el sueldo mínimo que debía percibir un trabajador por cuenta ajena fue Australia. Hablamos de 1890 y, como te puedes imaginar, supuso un avance en términos de igualdad social comparable a otro logro histórico: la limitación de las horas máximas de la jornada laboral.
Para hacernos una idea del avance, en 1890 en España hacía cuatro años que habíamos abolido la esclavitud. No fue hasta marzo de 1970 cuando algo parecido se aprobó en nuestro país y, aunque los escenarios son hoy muy distintos, muchas de las ventajas siguen vigentes hoy en día.
Ventajas de subir el SMI
- Todos los sueldos bajos son ilegales. Desde la perspectiva del trabajador es positivo que los salarios bajos queden fuera de la ley. Además, como donde hay pelo hay alegría, donde hay sueldos medios más altos, en principio, también hay mayor alborozo.
- El estado se gasta menos en ayudas y subvenciones. Un sueldo mínimo más alto libera al estado de completar con dinero público lo que reciben los segmentos con ingresos más bajos.
- Se valora más la mano de obra. Cada empleado le cuesta más dinero a la empresa, premiándose la calidad frente a la cantidad, lo que podría repercutir en mayor productividad media y menor CLU (coste laboral unitario).
- Crecimiento económico. Una subida de salarios, en un hipotético escenario sin un aumento paralelo del desempleo, supone un incremento del poder adquisitivo de los trabajadores/consumidores. Los ciudadanos cobran más y consumen más, lo que puede acelerar la recuperación económica.
Estos argumentos parecen más que definitivos para postularse a favor de una subida del SMI. El problema es que, como suele pasar, la teoría económica y la economía real no van por el mismo camino. Analicemos las desventajas de subir el salario mínimo.
Fuente: El blog salmón
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